Le di la espalda a la vida

Trabajando en un hospital de salud mental para personas mayores ves muchas cosas a diario, y la mayor parte de ellas terriblemente tristes. Pero el denominador común de mucho de los casos que se presentan, es que la gente ha decidido dar la espalda a la vida. Y no sólo ahora, cuando ya son mayores, si no que llevan haciéndolo mucho tiempo y es precisamente eso lo que les ha llevado a estar en la cama de un centro de salud mental.

Es muy triste observar en sus miradas que la mayor parte de las cosas las hubieran hecho diferentes, que no terminan de estar a gusto con sus propias vidas, que no se atrevieron a hacer eso que querían hacer, y al final la vida se les comió y la pena les invadió el alma. Que no aceptaron asertivamente mucho de los acontecimientos que les tocó vivir y eso les dejo huella, tornándose ahora en incertidumbre y ansiedad para terminar en depresión.

Es muy triste ver gente que le dio la espalda a la vida porque la consideró eterna. Es ahora que se dan cuenta  de su error y advierten que realmente no existe una segunda juventud desde la que volver a empezar, y que mucha de las veces no hay vuelta atrás para las decisiones tomadas, caen enferma y "pierden la cabeza".

Intentar hacer ver a estas personas que la vida es algo que merece ser la pena vivir es muy difícil, ya que muchos de ellos ya se han rendido, viven adictos y adeptos a sus pastillas, que la mayor parte de las veces rechazan de entrada, pero que después terminan aceptando para apaciguar su dolor, que no es de cuerpo, es de alma y ese es muy difícil de apaciguar, como mucho lo duermes, porque mirar dentro de ese dolor da pánico, vértigo y es mejor dejarlo aletargado.

Es muy triste ver en sus miradas que la vida ha pasado por ellos, pero por encima no de la mano. Que no desarrollaron hobbies, o inquietudes, no hicieron amigos de verdad, se pasaron la vida trabajando para ganar dinero que invertían mas tarde en necedades y ahora la vida les da la espalda y tan solo les ofrece pastillitas de la felicidad.

Y como se alivia el dolor de ochenta años de soledad?, porque sí pueden haberse casado y tenido hijos, haber estado rodeados de gente en fiestas y pubs, pero no se crearon vínculos. No se cultivó riqueza interior, no se echaron raíces. Yo no tengo la respuesta, porque realmente eso es algo que que no nos corresponde a nosotros los profesionales que les acompañamos y que en todo caso tan solo podemos hacerlo por muy escaso tiempo, después tienen que volver a su vida, esa en la que para ellos ya no hay nada.

Difícil, pero aleccionador.

Que hacemos con nuestra vida? Realmente estamos viviendo la vida que queremos?. Mas nos vale, porque sí existe el punto sin retorno...




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